Es un rascacielos sin terminar.
Comenzó a construirse en 1987, como respuesta “comunista” a su alter-ego “capitalista”, el Hotel Stamford de Singapur, abierto en el 86.
Se pensó que podría atraer inversión occidental, pero la operación no fructificó. Aproximadamente desde el 92, la construcción se ha visto paralizada por falta de financiamiento.
Se estima que el costo de construcción supera los 700 millones de dólares, con lo que se llevó una cantidad considerable del presupuesto norcoreano durante varios años. Actualmente es un gigantesco cascarón de hormigón vacío que sorprende por su tamaño y forma.